MENTES EN BLANCO - Despiece carta

“Hay una historia que tengo que ser capaz de contar. Me lo debo a mí misma, a la verdad de lo que viví. Esta historia tiene mucho que ver contigo y seguramente vas a flipar en colores si es que llega el día en que me decida a contártela, pero te aseguro que es real.

El sufrimiento real es el que sale del alma, el que viene de la luz del corazón donde habita la verdad, cuando choca con un mundo que está enfermo, cuando nadie parece ya saber escucharlo, cuando sientes una soledad infinita, una rabia interna fortísima e intensa. Las drogas tienen un lado espiritual que es el que yo quise descubrir cuando te dije que sí, sólo que yo me creí que tu eras mi guía aunque ahora empiece a pensar que solo tenías que enseñarme la puerta y que tengo que estar sola en esto.

Yo llevaba tiempo preguntándome sobre las drogas, hasta le escribí una carta a Bunbury que es otro buscador aunque haya perdido a tanta gente cuando dejó a Héroes (como a ti, por ejemplo). Yo creía que solo había una manera de conocer esos submundos sin quedar atrapada en sus redes y esa manera era con un guía. Y te encontré a ti. Por eso te seguí, por eso sí me drogué contigo a pesar de haber sido antidrogas durante mucho tiempo.

Estuve vagando por este mundo en tu búsqueda físicamente, oyendo voces que me hablaban de otro mundo, desde otra dimensión. Era como si hubiera conquistado mi libertad, pero en esa libertad no estaba sola porque la libertad es un lugar al que llegas por tu propio pie, pero una vez allí es compartida por muchos seres más. Era como una película de la que yo era la actriz principal. En el tren podía oír miles de cosas, pero yo me encogía, me sentía muy vulnerable y no podía aguantar ese sentirme descubierta. Podía hablar con la gente, en cuanto sintonizaba a alguien podía hablar con él y a veces oía conversaciones ajenas que hablaban de mí.

Había una ambulancia y acabé allí, yo tenía que contar mi historia, esa era una buena oportunidad porque tenía que contárselo todo a los médicos, pero no lo hice bien. A saber lo que debe poner en ese informe psiquiátrico. Me sedaron con pastillas y luego con una inyección porque no entraba en razón.

Lo pasé fatal. Yo que estaba decidiendo apostar por la vida, que quería ver la luz del sol, que estaba buscando mi libertad, encerrada en las paredes de un manicomio moderno. La moral por los suelos.

Y ahora...bueno, ahora estoy controlada por la medicación, pero empiezo a recuperar mi espacio, voy a Calafell los fines de semana y escribo en una libreta, y coso los pedazos de vida que vienen a mi memoria, para ver a donde voy. Y creo que voy a buscar en mi enfermedad el sentido, que seguro que lo hay.”



(Este texto es el resumen de una carta de 15 folios que Maria José escribió al chico que le dio la droga y la precipitó al mundo de la locura)