GP11

Ya sé que Gran Hermano es una patraña. La Gran Patraña. Que no enseña nada y que si encima hablo de ello le estoy dando coba y publicidad. Lo sé. Siempre he dicho que es mejor darse de cabezazos contra la pared que ver ese programa. Pero es que hay un día, uno solo día, que me permito la desfachatez de verlo: el primero. Ese día en el que entran los concursantes y enseñan presentaciones grabadas de lo que se supone que es más destacado de cada uno de ellos. Es muy gracioso. Parece hecho con sentido del humor, aunque pretenda ser algo serio.

¿Lo habéis visto este año? No ha tenido desperdicio. Nada más encender la tele vi a una mujer con una cabeza muy grande –efecto óptico causado por su peinado fashion-, que hablaba gallego y no se callaba ni debajo del agua. Resulta que esta es la madre de otra que concursa, una binguera con unas tetas muy grandes que en la presentación dijo: “Estoy soltera y entera, no para el que me quiera sino para quien yo quiera”, como si hubiera sido poético muy original. Otra salió diciendo que le gustaban los tíos cachas, rubios y con ojos azules y que a ver si metían uno así en el programa (al rato entró uno así en la casa).

Pero lo mejor de todo fue una (que yo creo que tiene que ser actriz porque eso no es normal), que no se despega de una muñeca a la que llama “Rosita” y que dijo que tiene dos personalidades: “La Rebequita, que es la que soy normalmente; y la Rebecota, que es cuando me enfado”. Fue muy surreal. Y salía en su vídeo metiéndose en la cama con su muñequita y un pijama de niña de 8 años.

También, por supuesto, está el guaperas de turno, un tipo de 32 años que tiene, en Estados Unidos, tres hijos de tres mujeres distintas, y uno de cada raza: uno afroamericano, una mexicana y otro de no sé dónde. El tipo lo decía tranquilo y contento, y lo de las razas le encantaba, porque se siente como muy macho y fecundo.

Luego está la jovencita, una rubita de 19 años con cara de ingenua pero bastante bastante guapa que acabará en la portada de Interviú cuando la echen. ¡Ah! Y este año han elegido a un minusválido, un chico murciano que con 16 años se quedó en silla de ruedas por un accidente de moto. “Voy a demostrar que puedo hacer cualquier cosa, como los demás, ya lo veréis”, decía. Y su hermana, en el plató, con lágrimas en los ojos decía que el chaval había luchado mucho por entrar en la casa, que era un sueño. En fin.

¡¡Me olvidaba!! También han metido a un matrimonio, dos chicas que no pueden decir ni que se conocen ni que están casadas. Se las veía muy felices. A ver cómo están cuando salgan de esa casa de locos/as. Luego ya me fui a dormir, tenía sueño. Eso sí, está claro que la que mejor se lo pasa es la Milá, que habla de ellos y con ellos como si fueran sus vástagos.

Se ve que a todos los candidatos les han hecho un montón de pruebas: entrevistas, exámenes psicológicos, chequeos médicos… Y yo no sé cómo se lo montan, que parece que cada año se superan. A ver si algún día deciden hacer un programa con gente normal.


* Parece que la foto que he puesto no pegue con Gran Hermano, pero sí que pega. Se titula "Una Casa de Locos" o "Manicomio" y es de Goya (espero que me perdone si ve para qué la he utilizado).