DOS CORSÉS GEMELOS


Siempre me han gustado los mercadillos. Tienen algo de meterse en las casas ajenas. El suelo se llena de trocitos de vidas, normalmente vidas antiguas que ya nadie reclama y que se venden a un euro. Los vendedores colocan esos pedazos sobre mantas o sobre sábanas para que no se ensucien más de lo que ya están. A veces los dejan tumbados sobre el mismo suelo duro. Cuando uno ve esas paraditas piensa “¿Quién va a querer un tapón de bañera usado? ¿Y una foto arrugada en blanco y negro de una familia numerosa? ¿Quién va a querer una estatua rota que ya no se aguanta de pie?”. Alguien lo quiere. Y sorprendentemente son las paradas más llenas. Más que las de 12 calcetines a 1 euro y más que las de bragas gigantes imposibles de encontrar en ningún otro sitio. La gente se apelotona frente a ellas intentando encontrar algún tesoro entre muñecas desnudas despeinadas y bolsas llenas de serruchos oxidados.

Esta mañana, paseando entre todas esas riquezas, he encontrado algo que superaba cualquier hallazgo surrealista. En una esquina, al lado de una película de Braveheart y tras una montañita de peluches, había dos corsés ortopédicos. Eran iguales, del mismo tamaño, hechos la medida de dos cinturas estrechas de antaño. Uno de ellos tenía restos del esparadrapo que su dueña colocó para evitar las llagas (y digo dueña porque lo más probable es que fuera de una mujer).

Yo llevé un corsé ortopédico, yo tenía una cinturita antaño y yo colocaba esparadrapo para evitar las llagas. Yo tengo una hermana gemela cuyo corsé ortopédico era gemelo del mío. Como esos dos. Por eso al verlo he sentido que parte de mi vida estaba tirada en el suelo y que cualquiera podría comprarla. ¿Cuánto costarían? No he querido preguntarlo. Pero si compras uno tienes que comprar los dos. ¿Quién puede querer comprar dos corsés de plástico hechos a medida? ¿Por qué el vendedor no le ha quitado ni siquiera el esparadrapo? Y lo más importante de todo, ¿Por qué ha colocado delante una “L” de conductor novato?

Antes de hacer la foto y pasar de largo he sentido la necesidad de “rescatarlos”, pero en realidad ya no los quiero para nada. Demasiados médicos, demasiadas radiografías, demasiadas llagas y moratones. Así que ahí los he dejado, para el próximo que quiera compraros.