MENSAJE

Camino por un puente sobre un río marrón. El suelo es de madera, los bordes de metal. Un puente gris en una ciudad gris bajo un cielo gris. Los ojos se me van hacia abajo, hacia el marrón. Hacia el frío. Y a medio camino me encuentro con algo. Dos candados dorados cuelgan del alambre. Están unidos, entrelazados. Imposible sacarlos. Imposible separarlos. Cuelgan con firmeza del puente gris. ¿Habrán tirado las llaves al río?

En uno de los dos alguien ha escrito un mensaje con mucho cuidado: “Te QuieRo”. Y en el otro, pegado a él, “Javier” y una fecha reciente. Intento colocarlos de manera que salgan los dos en la foto, pero no se puede. Están tan unidos que tan solo puedo sacar a uno de ellos.

Siento que he encontrado un trocito de belleza en la ciudad gris. Me recuerda al final de una película que he visto hace poco, donde el cemento se llena de colores y formas imposibles. Poesía entre los adoquines. Pequeños tesoros en macrociudades desangeladas. Aunque no se vean, existen. Están.

OTOÑO = MELANCOLÍA


Me gusta el Otoño. El color marrón. El amarillo, el naranja. Todos tirados por el suelo en forma de hojas crujientes. Me gusta el frío que no es frío, el viento, la lluvia. Me gusta la oscuridad temprana, los amaneceres helados y el olor a castañas asadas.

Me gusta el Otoño porque es de todo un poco sin llegar a ser todo de nada. Principio de temporada, final de año. Melancolía. Menos luz, más frío. Nostalgia. Depresión postvacacional. Niebla.

Me gusta el cuadro de Munch porque es amarillento, tiene mar y tiene tristeza. Como el Otoño. El final de algo, el principio de todo.