EN EL JARDÍN



Estoy sola en el jardín con un libro abierto en el regazo. Con un montón de palabras de otro que descansan sobre mis piernas.

Se oye el trino de un pájaro que no descansa y hojas que se acarician con el viento. Interminables orgías en las copas de los árboles encima de mí.

Viento agradecido en una tarde de calor que pasa por debajo de mis piernas, por entre mis dedos. Que hace bailar mis mechones. Que me hace cosquillas en la cara aunque mi cuerpo está dormido y pesado, ausente.

Ahora ese viento se irá a buscar a otro a quien despertar, a quien acariciar. Y luego a otro y luego a otro. Un montón de suaves despertares en cadena en hamacas de jardines de todos los lugares.

Mis párpados se despegan con dificultad. Pesan mucho.
Veo lucecitas en el césped. Son los rayos que se filtran rectos entre las hojas. Luces y sombras que se mueven al compás del viento y del trino del pájaro que no descansa.

Dormir o despertar aquí, ahora, es exactamente lo mismo. Creo que es la paz, que se encuentra sólo en algunos lugares, en algunos momentos y en algunas personas.
Hoy, aquí, se ha quedado un buen rato conmigo.